Fuente: La Prensa Por: Elida Z. Solórzano |
Como concepto teórico, alude a la construcción socio-cultural de lo “femenino” y lo “masculino” dentro de marcos históricos donde los diversos pactos entre los géneros retratan a las sociedades según cada temporalidad. De esta forma, el género se comprende como una construcción simbólica establecida sobre los datos biológicos de la diferencia sexual. La formulación –ya clásica- de la historiadora anglosajona Joan Scott introduce la categoría género como herramienta de análisis en las ciencias sociales. El género construye, desde esta perspectiva, la organización social y cultural de las relaciones entre los sexos. Estas disposiciones se pueden relevar en símbolos y mitos, conceptos normativos, instituciones sociales e identidades subjetivas. Así, las representaciones de género se instituyen como formas primarias de las relaciones significantes de poder, sostenidas por instituciones que norman la diferenciación entre los papeles, los espacios y las tareas de “lo femenino” y “lo masculino”. Esta institucionalización corresponde a una relación cambiante y dinámica que se produce y reproduce en los discursos sociales. El discurso de género, de acuerdo a las diferencias históricas y culturales, funciona como mecanismo de definición y garantía de reproducción de los roles genéricos.
El termino género se usó por primera vez con su significado actual en 1955 por el psicólogo y sexólogo John Money, cuya contribución en los estudios de género fue enorme. Fue él quien acuñó también el término “papel de género”; sin embargo, el término no se popularizó hasta la década de los setenta, cuando sería promovido por el movimiento feminista, cuyo objetivo general es el establecimiento de derechos iguales entre hombres y mujeres. Desde entonces se ha realizado un gran esfuerzo para su utilización correcta.
Los hombres y las mujeres no son sólo diferentes a causa de la genética, sino que también a causa de los diferentes papeles que la sociedad les asigna. Así, la identidad de género se construye por los otros, debiendo el individuo integrarse en un conjunto social respetando sus normas. En definitiva, la identidad de género es una construcción social y una manera de autodefinición.
Los hombres y las mujeres no son sólo diferentes a causa de la genética, sino que también a causa de los diferentes papeles que la sociedad les asigna. Así, la identidad de género se construye por los otros, debiendo el individuo integrarse en un conjunto social respetando sus normas. En definitiva, la identidad de género es una construcción social y una manera de autodefinición.
Según la Fundación Mujeres, el concepto de género surge a mediados del siglo XX poniendo de relieve las diferencias entre hombres y mujeres que se construyen y que no se entienden desde sus componentes biológicos.
Fuente: Género, Alejandra de Arce (UNQ), CECIES Asociación Civil. http://www.cecies.org/articulo.asp?id=139
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